Un gramo de odio de Frantz Delplanque inaugura la col·lecció més negra de l’editorial Alfaguara.

L’escriptor francès debuta amb  Un gramo de odio.

Frantz Delplanque  s’allunya dels clàssics inspectors o detectius, per crear el personatge d’un assassí entranyable anomenat Jon Ayaramandi.

Un gramo de odio ha funcionant molt bé a França i l’escriptor ja preparara una segona novel·la protagonitzada per Jon Ayaramandi que s’acomiada de la seva carrera com a assassí professional per viure en una petita ciutat del País Basc francès.

Un personatge curiós que llegeix novel·les sobre samuráis, menja ostres i escolta rock. Tot canvia en el momento que desapareix  la parella de Perle, una antiga amant  d’Ayaramandi. Ara es trobarà amb una situació estranya: buscar una persona sense haver de matar-la

El segon volum de la col·lecció de novel·la negra del segell Alfaguara  serà ‘Venganza’, de Benjamin Black, un nou lliurament del doctor Quirke

 

Un tastet de Un gramo de odio.
«Los asesinos no suelen ser personas demasiado previsoras. Es un oficio en el que no se dispone de un plan de jubilación. No conozco a muchos que hayan abierto una cuenta de ahorros en el banco como medida para garantizar su vejez. Me imagino que nuestra esperanza de vida no suele ser tan grande, pero no existen estadísticas acerca del asunto.

Por lo que a mí respecta, conseguí hacer valer mis derechos ante mi jefe el día en el que entré en su despacho y le dije:

—Marconi, sé de su relación con el diputado Mendilahatxu. Y conozco a la mitad de los socios que trabajaron con usted en todos los crímenes que me ha ordenado a lo largo de mi carrera.
Lo flanqueaba Antoine, su hombre de confianza, alto, delgado y gris. Esculpido en un bloque de mármol funerario. Alguien espantoso.

—Jon Ayaramandi, ¿sabías que dispongo de más de veinte asesinos a sueldo que podrían hacerte callar para siempre?
Antoine había puesto su mano sobre el corazón. Cerca de la pipa. Le respondí:

—Ya he pensado en ello, señor. Pero escuche antes lo que tengo que decirle. He cometido treinta y dos crímenes. De ellos, treinta y uno fueron para usted, treinta y un crímenes perfectos. Poseo una crónica escrita de todos y cada uno. Y he encontrado a un editor que esperará a que yo muera para publicarla. Se titulará Yo fui uno de los asesinos de Marconi. Y la tiene grabada en un disco duro tan inalterable como el acero.

Marconi me sonrió con suavidad.
—Tampoco le diste muchas vueltas al título.